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LO QUE NO FUE NO SERÁ

Conoce la “Crónica de una ‘reelección’ anunciada”

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POR MARKOFLOS**

 

El primer “out” del sexenio se dio desde la primera entrada, en el primer año de gobierno con la “Ley Bonilla”.

El segundo “out”, recientemente, como a la altura de la cuarta entrada a punto de empezar la quinta, es decir, la segunda mitad del juego (sexenio), la aprobación del Senado y la Cámara de Diputados a las reformas al Poder Judicial con la inclusión de un artículo transitorio que amplía el periodo de gestión del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) de cuatro a seis años.

Esta maniobra legislativa, que no respeta la más elemental técnica jurídica, ya que es a todas luces “anticonstitucional”, el Pleno de la SCJN tendrá que desechar, se debe ver como otra “bola rápida” del estratega de la 4T, hablando en términos del beisbol.

 

Lo que sigue es la posibilidad del tercer “out”… y con ello el “ponche”, en la quinta entrada y con ventaja en la pizarra de dos a uno.

Si, como todo parece indicar, el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido obtienen la mayoría, en las elecciones del 6 de junio de 2021, podríamos estar frente a la “Crónica de una ‘reelección’ anunciada”.

 

REELECCIÓN PRESIDENCIAL, EN LA PALESTRA POLÍTICA DESDE EL PRINCIPIO DEL SEXENIO

Desde el inicio del sexenio de la 4T, el tema de la reelección presidencial se ha puesto de manera reiterada en la palestra política.

Se han realizado múltiples artículos y análisis respecto a la posibilidad de que el Primer Mandatario tenga la intención de buscar la reelección para la Presidencia de la República para el periodo 2024-2030.

Ahora, con las elecciones más importantes de la historia contemporánea en puerta, el tema de la reelección presidencial adquiere mayor relevancia. La “reelección” será irremediable. Ocurrirá por, o a pesar de, la “vocación democrática” del Presidente de la República por dos motivos: Primero, porque los avances serán inobjetables y el cambio empezará a beneficiar a millones de mexicanos, principalmente a los más pobres, que no querrán que interrumpa su mandato y se consolide de una vez por todas la transformación que reclama México desde hace décadas; y/o segundo, porque cuando esté por concluir sexenio, o antes, se verá que ha sido demasiado corto el tiempo para consolidar la tan anhelada transformación nacional.

Se hará evidente que no se habrán alcanzado las metas de la Cuarta Transformación por culpa de todo lo que heredamos del periodo neoliberal: la mafia del poder, los conservadores y la prensa fifí. No bastan 6 años para remediar el mal que se hizo durante 36 años. En cualquier escenario, lo más saludable para millones de mexicanos -la gran mayoría- será no sólo pedir sino exigir la reelección del Presidente de la República mediante lo que se requiera. Sean consultas públicas, revocación de mandato -a contario sensu- o mediante modificaciones constitucionales, lo cual será posible si Morena confirma las mayorías en gubernaturas y Congreso en 2021.

El Presidente Andrés Manuel se verá obligado, aun contra su voluntad, precisamente por su “vocación democrática” a acatar lo que le ordene la gran mayoría del pueblo.

 

REELECCIÓN, TEMA RECURRENTE

El tema de la reelección va y viene, y ha sido recurrente desde el primer año de gobierno. AMLO acaba de reiterar que se irá en 2024 y desde marzo de 2019, firmó y mostró públicamente una carta -por él redactada- que contenía cinco puntos en la que hizo el compromiso de no reelegirse para otro mandato presidencial. Tres meses después el INAI solicita copia certificada de dicho documento y la Oficina de la Presidencia contesta que es “inexistente”. Después, en su conferencia mañanera del 24 de julio de 2019, AMLO volvió a mostrar la carta y reiteró que no se reelegirá, por lo que pidió la presencia de un Notario Público para darle cierto valor jurídico… pero no “político”.

Habrá que recordar que antes de las elecciones presidenciales de 2012, cuando se le preguntó si sería candidato a la Presidencia dijo la célebre frase: “A mí que me den por muerto”.

Otro hecho que, como decíamos, equivaldría al primer “out” se dio en el primer año de gobierno de la 4T, con el intento del gobernador de Baja California Norte, Jaime Bonilla, de alargar el periodo de gobierno de dos años -para el que fue electo- a cinco años, que era lo que proponía la  ley aprobada por el Congreso estatal. Sabemos que no prosperó y que la SCJN desechó la propuesta.

En esa ocasión la maniobra fue la primera “bola rápida” que, aunque carecía de soporte jurídico, traía una intención política, obvia, servir de primer experimento de auto-reelección, a costa de pasar por encima de la ley.

Cuando se le preguntó a Bonilla si su propuesta no atentaba contra la democracia y la Constitución federal, respondió: “Mi intención es buena”. Afirmó que él no se metía en tecnicismos jurídicos y que estaba seguro que no le iban a alcanzar dos años para realizar un gobierno de resultados que beneficie a la población -que lo apoya- de esa entidad después del desastre que le están heredando los corruptos e ineficaces gobiernos anteriores.

Después vino un inesperado y fuerte aval político y jurídico de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien en principio había expresado estar en contra del proyecto Bonilla, pero repentinamente cambió de opinión.

Afirmó la ex ministra de la SCJN que la ley “Bonilla” tendría validez jurídica aún antes de conocer el veredicto final de la propia SCJN.

La titular de la Segob se desdijo y con ello siguió la línea de su jefe, el Presidente de la República, quien frecuentemente actúa, con “estratagema” respecto de sus dichos y acciones políticas. En el diccionario significa “Acción hábil y engañosa para conseguir algo; …para atacar por sorpresa al enemigo, desarmarlo, etc”…

 

Las opiniones de la jefa del gabinete y del gobernador, amigo entrañable del Presidente, vuelven a adquirir en estos días, gran dimensión y encienden focos de alerta.

Ahora el gran estratega del equipo 4T lanza el segundo “out” a través de la SCJN, mediante la entrega de, la gran tentación, lo que han llamado “la manzana envenenada”, la pretendida ampliación del periodo de gestión del presidente de la SCJN.

El experimento, que no será aprobado por el pleno del Máximo Tribunal del país, porque simplemente no tiene materia de debate jurídico, al ser de hecho y de derecho contrario a lo que señala la Carta Magna.

Sin embargo, los  signos y símbolos son inequívocos. Podríamos estar ante una inminente “Reelección Anunciada”. No podemos no verlos, por una reacción prejuiciada -quizá asociada al temor a la dictadura o al autoritarismo- ni oponernos sistemáticamente a todo lo que huela a reelección. La mayoría de las potencias del mundo tienen reelección inmediata de Presidente, pero prohibición de elección indefinida, en aras del buen desempeño de sus presidentes.

La pregunta que surge es ¿por qué no incorporarnos a este club mundial..? En América sólo tres países que tienen la prohibición absoluta de relección presidencial: Colombia, Paraguay y México.

Estemos alertas de no perder nuestras libertades y lo ganado durante décadas. Exijamos resultados, sobre todo en materia de seguridad, combate a la pobreza, educación y salud.

Perdamos el miedo, hagamos a un lado los mitos… si al final de sexenio vamos “requete bien” y nos muestran los avances de manera contundente, ¿por qué vamos a regatear una posible reelección? En ese caso, le podríamos exigir al Presidente López Obrador, aún contra su voluntad, que se reelija, incluso los que en 2018 no votaron por él.

México y los mexicanos estamos ante una oportunidad histórica; si no cambiamos paradigmas, quizá tengamos que posponer un mejor país otros sexenios más.

Podríamos lamentarlo después e incluso pensar “lo que no fue no será”.

Lo más probable es que en los comicios de junio de 2021 se le refrende al Presidente de la República, de manera legítima, el poder completo mediante una nueva mayoría legislativa a su partido.

Se consumará el “ponche” y el equipo AMLO habrá ganado al equipo “conservadores” el partido, desde la quinta entrada.

 

Nos conviene serenarnos y exigir al lado del pueblo “sabio” que así como se entrega el poder completo, se devuelvan resultados completos.

Todavía podríamos ser  optimistas y darle un aval más amplio o, al menos, el beneficio de la duda.

Creer en su buena voluntad y que es capaz de rectificar algunas de sus decisiones por el bien del país.

Creer que el Presidente López Obrador debe y puede depurar cada día a su equipo de trabajo, que busque y encuentre a los que mejores resultados garanticen.

Que revise en su banca o incluso en otros “equipos”, a  quienes le garanticen que conservará su ventaja para las cuatro entradas que le faltan al partido (sexenio).

Si queremos un auténtico cambio de régimen con una profunda transformación nacional, debemos despojarnos de mitos y del estatus-quo.

Finalmente, para qué sirve la democracia si no es para beneficio del pueblo.

Democracia, como la definía Abraham Lincoln: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”… Y en la democracia representativa quién es el pueblo sino sus representantes legítimamente electos, Ejecutivo y Legislativo.

El postulado del “Sufragio efectivo no reelección” debe dejar de ser un mito para convertirse en una referencia histórica… como lo fue, el movimiento que le dio origen la Revolución Mexicana.

Después de un siglo y 20 años, podemos revisar y en su caso cambiar lo que sea necesario, para alcanzar lo que siguen anhelando millones de mexicanos: Bienestar, justicia, paz seguridad y progreso.

Al final de este sexenio seguro no habrá lágrimas “por falta de tiempo” para sacar a los pobres de su postración. Será más posible que haya reelección.

 

** Académico y consultor.

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LO QUE NO FUE NO SERÁ

¡Tomás Zerón miente con todos sus dientes!

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Con su declaración, el extitular de la AIC de la FGR se hace pasar como víctima, que no sabe nada y que sólo obedecía órdenes * En el cuestionario que respondió, y que se difunde a menos de un mes del décimo aniversario del caso Ayotzinapa, para nada se menciona al Ejército Mexicano… ¿Qué raro no?

 

ILDEFONSO PEREYRA

 

A menos de un mes del décimo aniversario del caso Ayotzinapa, y quizá como regalo para el Presidente Andrés Manuel López Obrador que ya se va, tan de moda en estos últimos días, resulta ahora que Tomás Zerón de Lucio involucra a Enrique Peña Nieto.

Zerón de Lucio se muestra como una blanca palomita, que no sabe nada y que solo obedecía órdenes superiores.

Tomás Zerón ha cambiado mucho su discurso, según como le convenga a sus intereses, por lo que a todas luces ahora bien puede ser una más de sus mentiras, perdón, su cambio de discurso.

Ahora resulta que Enrique Peña Nieto creó la “verdad histórica”, la que informó a medios de comunicación el exprocurador general de la República Jesús Murillo Karam.

Eso dice Zerón de Lucio en un cuestionario que contestó. Revela que la “verdad histórica” fue construida en reuniones presididas por Enrique Peña Nieto, en las que participaron los secretarios Miguel Ángel Osorio Chong, general Salvador Cienfuegos, almirante Vidal Soberón, el director del Cisen Eugenio Ímaz, el procurador Jesús Murillo Karam, así como Aurelio Nuño y Eduardo Sánchez, vocero y el jefe de la Oficina de la Presidencia, respectivamente.

Entiendo muy bien que fueran reuniones encabezadas por Peña Nieto, pero de eso a afirmar que Enrique construyera la verdad histórica hay un mundo de diferencia. Es el clásico cabeceo para armar escándalo mediático.

Lo dicho por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, de que la FGR podría llamar a declarar a Peña Nieto es otro golpe mediático, decir “podría llamar” no se está afirmando nada, solo se menciona un posible hecho.

 

AL ESTILO MORENA, EVADE ZERÓN RESPONSABILIDAD

Tomás Zerón elude una y otra vez su participación en los hechos y en la toma de decisiones clave, desde la tortura de detenidos, las intercepción de comunicaciones, las líneas de investigación, peritajes, etcétera.

Zerón de Lucio recurre repetidamente en sus respuestas a frases como “dicha información sólo la conocía el Ministerio Público de la Federación por ser el titular de la investigación”, o “desconozco dónde se encuentran los seguimientos telefónicos debido a que no eran mis atribuciones”, o “a mí no me entregaron información alguna sobre vuelos de drones; desconozco si la tiene el titular de la investigación, es decir el Ministerio Público federal”.

Al ser interrogado sobre hechos que están comprobados, responde que desconoce “qué funcionario ordenó la ejecución de esa forma, ya que yo no era superior jerárquico ni instruía al agente del Ministerio Público a realizar o a asentar diligencia o investigación alguna”.

En el cuestionario, Zerón de Lucio no dejó escapar oportunidad alguna para usar la palabra “desconozco”. Lo hizo 31 veces.

Es increíble que ahora Tomás Zerón se pinta prácticamente como un títere, que sólo obedecía, que no sabe nada, no dirigió nada y que todo lo hizo por órdenes superiores.

A todas luces se aprecia como una total mentira, pues él era el jefe de la investigación. Él la dirigía. Es hasta infantil que ahora diga que no sabe nada de nada.

Para muchos especialistas, lo de Zerón es una conducta típica de las autoridades que no quieren reconocer su papel en un crimen y recurren a la frase “No me acuerdo, no me acuerdo, no me acuerdo”.

 

IMPUNIDAD

Lo que sale a colación con las respuestas de Zerón de Lucio es la impunidad en que está el caso Ayotzinapa.

Hasta parece que el cuestionario fue a modo, pues no se toca para nada la labor del Ejército Mexicano. ¿Qué raro no? Conste, es pregunta.

Si es que la FGR llama a Peña Nieto, también debería llamar a Miguel Ángel Osorio Chong, al general Salvador Cienfuegos, al almirante Vidal Soberón, al entonces director del Cisen Eugenio Ímaz, al procurador Jesús Murillo Karam, a Aurelio Nuño y a Eduardo Sánchez, personajes que estaban en las juntas… Eso dice Zerón de Lucio.

Llamar a Peña Nieto a declarar no significa que sea culpable. Todo esto más bien suena a “cortina de humo” para desviar los graves problemas que enfrenta México y del cual nadie del gobierno dice nada.

 

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LO QUE NO FUE NO SERÁ

AMLO, ‘con la vara que mides serás medido’

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POR MARKOFLOS***

 

El próximo 1 de agosto de 2021, millones de mexicanos, todos los que creen en la palabra del Presidente Andrés Manuel López Obrador, le habrán hecho una comparsa absurda, inútil y costosa (580 mdp) en su afán de realizar la consabida consulta, que insiste en hacer creer, servirá para “que se lleve a la cárcel a varios ex presidentes”.

Quién dice que los mexicanos no somos cultos y hasta somos capaces de reconocernos en dos grandes escuelas de la literatura (Franz Kafka) y de la pintura (Kandisnsky).

El México Kafkiano, cuya realidad se vuelve, incomprensible o absurda, como muchas situaciones de las novelas y cuentos de Franz Kafka: “Tuvimos que llegar al siglo XX para consagrar simultáneamente al totalitarismo y al nihilismo de suerte que, en la legislación kafkiana, el mundo tuviese un sentido final, definido por la Ley. En consecuencia, se declara inútil buscar otro sentido a la realidad”.

En su momento se llegó a afirmar que ese reconocido novelista: “No se ha hizo mexicano por temor a los ‘kafkianos’, procedimientos burocráticos a que se hubiera sometido y obligado”.

En el caso del pintor representante mundial del “Expresionismo abstracto”, los mexicanos nos vemos en su espejo, al redactar y “votar” una “Expresión abstracta”, que es en suma lo que se preguntará en la Consulta y que fue elaborada y reelaborada por los tres Poderes de la Unión, ver para creer.

Que lo haya planteado el Ejecutivo federal no está fuera de su narrativa y su “estrategia” política. A través de su técnica discursiva, envuelve al “pueblo” con temas sobre los que influye para que la gente lo perciba y tome posturas en favor o en contra. Así, el Presidente transmite su mensaje en forma abstracta y basada en las  emociones al preguntar y afirmar: “¿Verdad que todos los ex presidentes  fueron corruptos e inmorales y merecen ir a la cárcel?.. ¿Verdad que sería la forma en que el ‘pueblo sabio’ cobraría venganza de todas sus tropelías cometidas..?

 

CON LA CONSULTA, AMLO ELUDE SUS RESPONSABILIDADES

Irónicamente AMLO repite una y otra vez que no está de acuerdo en juzgarlos y que lo suyo no es la venganza, que prefiere “borrón y cuenta nueva”. Sin embargo, no cesa de mandar mensajes contradictorios.

En febrero de 2020, afirmó: “Que el ciudadano diga: Sí, queremos enjuiciar a Salinas. ¿Por qué? Porque entregó empresas públicas a particulares. Queremos enjuiciar a Zedillo, porque convirtió las deudas privadas en deuda pública con el Fobaproa. Queremos enjuiciar a Fox por traidor a la democracia (…) Queremos enjuiciar a Felipe Calderón, porque utilizó la fuerza y convirtió al país en un cementerio. Queremos enjuiciar a Peña por corrupción”.

De este modo, al afirmar que en realidad no quiere llevarlos a juicio y que “el pueblo” debe decidir, elude hacerse cargo de sus acciones.

En ésta, como otras ocasiones, nada ni nadie ha podido o ha querido detener al Presidente López Obrador, cuando toma costosas y caprichosas decisiones. La comparsa para llevar a cabo esta “farsa” absurda, la consumaron los Poderes Legislativo y Judicial.

En el Congreso con las actitudes sumisas y aduladoras de los líderes de las Cámaras de Diputados, en ese momento Mario Delgado, y la de Senadores, Ricardo Monreal. También el Presidente y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) le hicieron el juego al Ejecutivo federal, al  elaborar una pregunta sin pies ni cabeza, que lejos de aclarar confunde al “pueblo” acerca de lo que se preguntará en la consulta pública del 1 de agosto.

Ante la inminente pregunta hay quienes proponen que se le ignore. “Es altamente posible que la consulta popular no tenga viabilidad”,  señaló el ex ministro José Ramón Cossío.

“Lo que conviene es llamar al país a la abstención y a desairar los intentos polarizantes del Presidente”, recomendó el consultor Luis Carlos Ugalde, al recordar que se necesita el 40% de participación para que la consulta sea jurídicamente vinculante.

“Espero que un número considerable de ciudadanos no se sumen a ese ejercicio indigno”, dijo el académico José Woldenberg, tras calificar a la consulta como un “carnaval que tiene mucho de espectáculo ultrajante, venganza y operación distractora”.

 

DELITOS YA PRESCRIBIERON: SANTIAGO NIETO

El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, dijo que la mayoría de los delitos que pudieran haber cometido los ex presidentes ya “prescribieron”… ¿Acaso será un “mensaje” de AMLO a sus predecesores de que “no se preocupen”..? Sin embargo, los delitos más recientes de Peña Nieto y de López Obrador no han prescrito. Entonces, aquí surge la pregunta: ¿Cuáles serían los delitos o los cargos de los que se le podría acusar, cuando sea ex presidente, después de 2024? ¿A AMLO se le llevará a juicio por consulta pública o por la integración de expedientes sustentados jurídicamente..?

“Con la vara que mides serás medido”, “El que a hierro mata a hierro muere”, “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” son parábolas o frases popularmente conocidas.

 

AMLO, CON MÁS DELITOS QUE EX PRESIDENTES

Si se pretende acusar a Carlos Salinas de Gortari, por haber aumentado la pobreza, en 2.5 millones, en este sexenio ese “delito” podría traducirse en 15 millones más de pobres.

Si se quiere acusar a Ernesto Zedillo por el Fobaproa -que sirvió para no destruir el sistema financiero nacional-, habrá que cuantificar los desfalcos de recursos públicos que se sumarán al final de este gobierno por negligencia y omisión, tan sólo por la cancelación de aeropuerto van 300 mmdp.

Si se quiere juzgar a Vicente Fox Quesada por el “desafuero”, mejor que se le agradezca, porque le dio a  AMLO el arranque de popularidad que necesitaba.

Si se quiere juzgar a Felipe Calderón por los 120 mil muertos de su narcoguerra, habrá que esperar el saldo final de este gobierno, que por lo pronto en dos años y medio ya suman  casi 90 mil.

Si se quiere juzgar a Enrique Peña por corrupción, sólo basta revisar los escándalos y los casos que se han hecho públicos en dos años y medio del gobierno de la transformación.

¿Será hasta después de 2024, cuando los mexicanos veamos que se lleva a juicio y a la cárcel a un ex presidente de la República..?

“Con la vara que midas serás medido” es un dicho ampliamente difundido, cuyo origen se remonta a los evangelios canónicos. Cuando se usa popularmente, el refrán sirve como una advertencia a quien lo escucha para apaciguar su discurso castigador en contra de alguien más y recordarle la importancia de comprender a los semejantes para ser tratado de la misma manera.

 

CONSULTA SIN SUSTENTO JURÍDICO

Ahora que el Presidente Andrés Manuel López Obrador quiere realizar una consulta popular para que el “pueblo” decida si se debe juzgar a casi todos los últimos ex presidentes de México, es importante considerar sus razones y también las consecuencias de llevar a cabo juicios “populares”, o mediáticos, al margen de la ley.

Es de sobra conocido que una consulta como la que plantea y alienta el Presidente de la República no tiene sustento jurídico, ya que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no la contempla el Artículo 35, que regula el procedimiento y los temas sobre los cuales puede realizarse.

Aún si se lograra (muy dificíl) que en la consulta voten 36 millones de mexicanos para que tenga carácter “vinculatorio”, no podría, “per se”, ser vinculatoria, ya que la propia Constitución señala que la impartición de justicia sólo puede darse a través de las instancias y los procedimientos que la ley prevé: el Ministerio Público, los jueces, los juzgados y los tribunales que corresponden.

Seguramente no habrá un solo mexicano que no quiera que caigan altos funcionarios, empresarios e incluso ex presidentes o sus familiares, pero es claro que el Presidente López Obrador no puede enjuiciar a ningún ex presidente porque en sus declaraciones no se configura un delito claro sino solamente acusaciones políticas. El mayor riesgo es la generación de una “gigantesca” expectativa de que por vez primera sea juzgado un ex presidente en México. El “pueblo” quiere eso, como una prueba de que hay un cambio en el combate a la corrupción y la impunidad.

La presión mediática será mayúscula y muy pronto -de no haber algún ex presidente, bajo un proceso jurídico serio, al menos para saber si es culpable o no- millones de mexicanos empezarán a hablar de que fue una simulación.

 

DOS PREMISAS PARA CASTIGAR LA CORRUPCIÓN

La condición para castigar la corrupción debe cumplir con dos premisas: que se fundamente legalmente y se castigue ejemplarmente, aunque -como muchos analistas prevén- la estrategia del Presidente es electoral y quiere mantener la expectativa de la gente hasta las fechas cercanas a las elecciones de 2024.

¿Tendremos los mexicanos la prueba suprema de “combate a la corrupción”, de observar un proceso serio en contra de algún ex presidente en este gobierno? ¿O tendremos que esperar hasta después de 2024 para ver que a un ex presidente se le finque un proceso penal sustentado jurídicamente y no sólo con fines políticos?

“Lo que no fue no será”… no vaya a ser que más temprano que tarde el “pueblo sabio” despierte de su letargo “kafkiano” y de sumergirse en la falsa percepción del “Expresionismo abstracto” de algunos políticos y que emerja el México real. O bien que nos resignemos en el convencimiento de que la percepción es nuestra realidad. Que la lucha anticorrupción sólo puede ser una cacería política sesgada y parcial.

 

*** ACADÉMICO Y CONSULTOR.

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LO QUE NO FUE NO SERÁ

Al carajo los lujos de Los Pinos para vivir como rey en un Palacio

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POR MARKOFLOS**

 

Durante su campaña Andrés Manuel López Obrador prometió vivir y gobernar con austeridad.

A inicio de 2021, el Presidente López Obrador reiteró: “Este año tiene que ser destinado a seguir fortaleciendo la política de Austeridad Republicana; no a la corrupción y no a los lujos en el gobierno”.

El significado de la Austeridad Republicana se ha convertido en una serie de medidas que oscilan entre la incongruencia, la demagogia y el conservadurismo.

Estamos entre un discurso demagógico tipo “Echeverría”, combinado con las medidas más conservadoras y extremas que podría haber llevado a la práctica Miguel de la Madrid Hurtado, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), con daños irreversibles a la administración pública.

Reducción anárquica y por decreto de sueldos a todos los servidores públicos. El recorte de más de 25 mil mandos medios especializados. Desmantelamiento de varias dependencias, suprimiendo subsecretarías “sin ton ni son”. Un claro ejemplo, con los recortes la Secretaría de Gobernación (Segob) quedó lejos de cumplir con las funciones que establece la Ley Orgánica de la Administración Pública. Lo mismo en otros sectores: en Turismo, cancelación  del Consejo Nacional de Promoción Turística; en Sagarpa se quitó el apoyo a laboratorios y centros de sanidad animal y vegetal, y se improvisó la “nueva Conasupo”, Segalmex, a cargo de quien fuera secretario particular de Luis Echeverría, Ignacio Ovalle.

En Economía se suprimieron las áreas de apoyos a Pymes y “emprendedores”. Se quitó presupuesto y funciones a organismos como el Coneval que realizaba la evaluación de los programas sociales con estándares internacionales de primer orden y ahora los programas sociales se otorgan discrecionalmente… y en muchos casos sin cumplir con las “reglas de operación”.

En sector salud, daños irreversibles a sectores vulnerables como los niños y las madres solteras con la supresión de las estancias infantiles y la escasez de medicamentos para cáncer. Los retrocesos en Educación y sector Energía son dignos de comentarse aparte.

 

AMLO NO ES EL PRIMER PRESIDENTE QUE RECHAZA LOS LUJOS

Medidas “demagógicas”, que muestran lo que es la Austeridad Republicana, como la pretendida venta del avión presidencial, cuyos gastos de mantenimiento y “pensión” seguimos pagando.

Otra, resultó “más caro el caldo que las albóndigas” fue la decisión del Presidente Andrés Manuel: Dejar de vivir en la “lujosa” residencia oficial de Los Pinos para mudarse nada menos que a Palacio Nacional.

 

Como ejemplo de Austeridad Republicana, combate al lujo, la ostentación y la opulencia, el Primer Mandatario se llevó a su familia a vivir a un Palacio Nacional que es un “Museo Nacional”, un museo que pertenece al pueblo.

En México los presidentes habían vivido desde 1934 en la residencia oficial de Los Pinos.

Pero esto tiene su historia, similar a AMLO. Resulta que el presidente Lázaro Cárdenas declinó vivir en el Castillo de Chapultepec por considerarlo ostentoso, un pensamiento igual de ya sabes quién.

Ante los lujos del Castillo, decidió vivir en un rancho que terminó por convertirse en Los Pinos.

El dictador Porfirio Díaz fue el último que utilizó como residencia el Palacio Nacional. AMLO no nos engañó, unos meses antes de las elecciones de 2018 se tomó una foto frente a Palacio y dijo: “Después de las elecciones presidenciales de julio de 2018, o me voy a Palacio Nacional o me voy a La Chingada”, que irónicamente es el nombre de su rancho ubicado en Palenque, Chiapas.

 

REMODELACIÓN EN PALACIO NACIONAL

Recientemente se ha publicado y criticado que el Ejecutivo federal haya invertido en remodelar algunas áreas del Palacio Nacional, lo que, viéndolo bien, resulta beneficioso para la histórica construcción.

Se quitaron viejos pisos, se demolieron muros y se retiraron falsos plafones. Se eliminó una vieja alfombra pegada al suelo y se desinstalaron tuberías.

Los suelos se cubrieron de parquets de madera de encino americano y tzalam. Llegaron tableros de madera de cedro rojo, 170 metros cuadrados de muros se cubrieron con tapiz de tela, se cambiaron focos, se pusieron nuevas luminarias, se mejoró el aire acondicionado.

Se cambiaron los parasoles de todas las ventanas de Palacio Nacional: 63 carpas repelentes al agua de lluvia para los balcones del hogar del presidente, donde hacía 135 años nadie vivía. La remodelación de un “Museo del Pueblo” es buena por donde se le vea si se gastaron 9 millones, 19 o 29 mdp en la remodelación, no debiera ser motivo de escándalo, parece estar plenamente justificado por la mejora a ese lugar histórico, orgullo del pueblo de México.

Lo que sí es motivo de escándalo es la mentira y la manipulación. Hablar de “austeridad” cuando se vive como un rey en un gran Palacio rodeado de lujos.

Es un engaño recomendar al “pueblo”, como lo ha hecho en sus Mañaneras, no tener aspiraciones materiales, conformarse con el vestido y el sustento básico, hablar de espiritualidad y de sencillez, cuando ahora no hay día que no estrene traje de finos casimires y atuendos de marca. Y qué bueno, los mexicanos queremos ver un presidente bien vestido y hasta elegante, pero lo que puede provocar decepción es la incongruencia, la mentira y el engaño.

 

HIJOS DE AMLO MANDAN AL CARAJO LA AUSTERIDAD REPUBLICANA

Otra gran incongruencia, que es pública y enturbia el discurso de austeridad y anticorrupción, del Presidente es la forma de vivir de sus tres hijos mayores.

Del mayor, José Ramón López, se sabe que con su esposa brasileña se da vida de príncipe. Una lujosa vida, con residencia en Houston, Texas, que no tiene recato en mostrar en sus redes sociales.

Recientemente se hicieron virales fotografías publicadas con su pareja disfrutando de unas vacaciones en Aspen, Colorado, un destino de superlujo.

Los hijos del Presidente, José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso López Beltrán se convirtieron públicamente en el ejemplo de la opulencia, el oprobio y los excesos.

Andrés Manuel López Beltrán, el más político de los hermanos, quien podría ser el orgullo del “nepotismo presidencial”, ya cuenta en el gobierno de la 4T con una superestructura de funcionarios jóvenes que reportan primero en su escritorio, y después en el del Ejecutivo federal.

El más pequeño de los López Beltrán, Gonzalo Alfonso, se fue a “trabajar” en la estructura del equipo de Los Gigantes de San Francisco. A mediados de 2019, se hizo pública una fotografía en la que el hijo del Presidente compartía el palco de honor del estadio regiomontano de los Sultanes, con los empresarios Alfonso Romo, Carlos Bremer y Carlos Slim.

 

¿PRIMERO LA FAMILIA O PRIMERO LOS POBRES?

Primero la familia y “primero los pobres”. Qué autoridad moral le dejan sus hijos al Primer Mandatario para insistir con su discurso de austeridad.

“No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, ¿o sí? Para una austeridad genuina, se requiere predicar con el ejemplo. ¿Austeridad Republicana para quién? López Obrador ve en la austeridad una medida propobre y protrabajador: en su lógica, los pobres ya están siendo protegidos por programas sociales y el resto de la población tiene dinero suficiente para salir adelante.

La interpretación del Presidente no sólo es incorrecta, sino que también es perjudicial. El costo para los más pobres será enorme: los programas sociales de AMLO no cubren a todos.

En México hay 22 millones de beneficiarios de estos programas y 52 millones de pobres en “crescendo” cada dia.

AMLO, quien ahora se ostenta como el “mejor presidente del mundo”, debería tomar como ejemplo a otros mandatarios  que, ante la crisis, han tomado medidas en favor de las clases más vulnerables… como lo hace Joe Biden, mandatario de Estados Unidos, quien sin ambages ni desplantes demagógicos, a 100 días de su gobierno dispuso: Ayuda a las familias para pagar el cuidado infantil (que incluye el preescolar gratuito para personas de bajos ingresos), así como proporcionar licencia familiar y médica pagada; un “Plan de Empleo Estadounidense”, en el que no sólo se propone aumentar la producción industrial en Estados Unidos, sino hacerlo de una forma sostenible. Este proyecto pondrá a los ingenieros y empleados de la construcción a trabajar en obras “más eficientes” desde el punto de vista energético.

“No hay razón para que las aspas de las turbinas eólicas no se puedan construir en Pittsburgh en lugar de Pekín”, afirmó Biden.

El programa incluye un aumento del salario mínimo a US$15. Se prevé una enorme inversión en infraestructuras -“crear millones de empleos bien remunerados, trabajos con los que los estadounidenses pueden cuidar a sus familias”-.

De este plan de infraestructura se espera contribuir también a generar más impuestos, busca desde mejorar aeropuertos y carreteras hasta invertir en escuelas, calidad del agua o acceso a Internet.

Biden anunció que elevará la tasa de impuestos corporativos, para obligar a los que ganen más de US$400.000 al año y a las multinacionales a pagar significativamente más en impuestos.

Ahora resulta que el imperialismo “yanqui”, el capitalismo a ultranza, aplica medidas de “izquierda”, de verdad transformadoras, basadas en la tesis Keynesiana de mayor gasto público, con expectativas más efectivas para apoyar a su población más vulnerable.

Y también resulta que los gobiernos “populistas de izquierda” en América Latina, en particular el de la 4T en México, aplican medidas conservadoras en la doctrina económica universal, como la mal llamada Austeridad Republicana, que parecen recetas del FMI y de los otrora llamados “Chicago boys”, con recortes draconianos, reducción del gasto público  y ausencia de un plan de infraestructura nacional… pareciera que la consigna es el incremento de pobres y alejamiento de mejores condiciones de vida en el largo plazo.

 

PODRÍA PERDER CREDIBILIDAD

López Obrador puede perder credibilidad si no empieza por limpiar la casa y nos convence de que la Austeridad no es sinonimo de demagogia, sino toma de decisiones bien planeadas y estructuradas, que ayuden a detonar crecimiento económico, empleo y mejora de las condiciones de vida de millones de mexicanos.

No vaya a ser que nos quedemos esperando alguna “Transformación” y después digamos: “Lo que no fue no será”.

Ante una crisis como la actual, AMLO tiene que dejar a un lado sus ideas preconcebidas y estar abierto a la realidad.

Aunque se presuma como “El mejor presidente del mundo”, puede aprender de otros mortales como Biden, Trudeau, Merkel o Macron. ¡Que alguien le explique..!

 

** Académico y consultor

 

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