Al carajo los lujos de Los Pinos para vivir como rey en un Palacio

La gran incongruencia, que es pública y enturbia el discurso de austeridad y anticorrupción, del Presidente Andrés Manuel López Obrador es la forma de vivir de sus tres hijos mayores

POR MARKOFLOS**

 

Durante su campaña Andrés Manuel López Obrador prometió vivir y gobernar con austeridad.

A inicio de 2021, el Presidente López Obrador reiteró: “Este año tiene que ser destinado a seguir fortaleciendo la política de Austeridad Republicana; no a la corrupción y no a los lujos en el gobierno”.

El significado de la Austeridad Republicana se ha convertido en una serie de medidas que oscilan entre la incongruencia, la demagogia y el conservadurismo.

Estamos entre un discurso demagógico tipo “Echeverría”, combinado con las medidas más conservadoras y extremas que podría haber llevado a la práctica Miguel de la Madrid Hurtado, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), con daños irreversibles a la administración pública.

Reducción anárquica y por decreto de sueldos a todos los servidores públicos. El recorte de más de 25 mil mandos medios especializados. Desmantelamiento de varias dependencias, suprimiendo subsecretarías “sin ton ni son”. Un claro ejemplo, con los recortes la Secretaría de Gobernación (Segob) quedó lejos de cumplir con las funciones que establece la Ley Orgánica de la Administración Pública. Lo mismo en otros sectores: en Turismo, cancelación  del Consejo Nacional de Promoción Turística; en Sagarpa se quitó el apoyo a laboratorios y centros de sanidad animal y vegetal, y se improvisó la “nueva Conasupo”, Segalmex, a cargo de quien fuera secretario particular de Luis Echeverría, Ignacio Ovalle.

En Economía se suprimieron las áreas de apoyos a Pymes y “emprendedores”. Se quitó presupuesto y funciones a organismos como el Coneval que realizaba la evaluación de los programas sociales con estándares internacionales de primer orden y ahora los programas sociales se otorgan discrecionalmente… y en muchos casos sin cumplir con las “reglas de operación”.

En sector salud, daños irreversibles a sectores vulnerables como los niños y las madres solteras con la supresión de las estancias infantiles y la escasez de medicamentos para cáncer. Los retrocesos en Educación y sector Energía son dignos de comentarse aparte.

 

AMLO NO ES EL PRIMER PRESIDENTE QUE RECHAZA LOS LUJOS

Medidas “demagógicas”, que muestran lo que es la Austeridad Republicana, como la pretendida venta del avión presidencial, cuyos gastos de mantenimiento y “pensión” seguimos pagando.

Otra, resultó “más caro el caldo que las albóndigas” fue la decisión del Presidente Andrés Manuel: Dejar de vivir en la “lujosa” residencia oficial de Los Pinos para mudarse nada menos que a Palacio Nacional.

 

Como ejemplo de Austeridad Republicana, combate al lujo, la ostentación y la opulencia, el Primer Mandatario se llevó a su familia a vivir a un Palacio Nacional que es un “Museo Nacional”, un museo que pertenece al pueblo.

En México los presidentes habían vivido desde 1934 en la residencia oficial de Los Pinos.

Pero esto tiene su historia, similar a AMLO. Resulta que el presidente Lázaro Cárdenas declinó vivir en el Castillo de Chapultepec por considerarlo ostentoso, un pensamiento igual de ya sabes quién.

Ante los lujos del Castillo, decidió vivir en un rancho que terminó por convertirse en Los Pinos.

El dictador Porfirio Díaz fue el último que utilizó como residencia el Palacio Nacional. AMLO no nos engañó, unos meses antes de las elecciones de 2018 se tomó una foto frente a Palacio y dijo: “Después de las elecciones presidenciales de julio de 2018, o me voy a Palacio Nacional o me voy a La Chingada”, que irónicamente es el nombre de su rancho ubicado en Palenque, Chiapas.

 

REMODELACIÓN EN PALACIO NACIONAL

Recientemente se ha publicado y criticado que el Ejecutivo federal haya invertido en remodelar algunas áreas del Palacio Nacional, lo que, viéndolo bien, resulta beneficioso para la histórica construcción.

Se quitaron viejos pisos, se demolieron muros y se retiraron falsos plafones. Se eliminó una vieja alfombra pegada al suelo y se desinstalaron tuberías.

Los suelos se cubrieron de parquets de madera de encino americano y tzalam. Llegaron tableros de madera de cedro rojo, 170 metros cuadrados de muros se cubrieron con tapiz de tela, se cambiaron focos, se pusieron nuevas luminarias, se mejoró el aire acondicionado.

Se cambiaron los parasoles de todas las ventanas de Palacio Nacional: 63 carpas repelentes al agua de lluvia para los balcones del hogar del presidente, donde hacía 135 años nadie vivía. La remodelación de un “Museo del Pueblo” es buena por donde se le vea si se gastaron 9 millones, 19 o 29 mdp en la remodelación, no debiera ser motivo de escándalo, parece estar plenamente justificado por la mejora a ese lugar histórico, orgullo del pueblo de México.

Lo que sí es motivo de escándalo es la mentira y la manipulación. Hablar de “austeridad” cuando se vive como un rey en un gran Palacio rodeado de lujos.

Es un engaño recomendar al “pueblo”, como lo ha hecho en sus Mañaneras, no tener aspiraciones materiales, conformarse con el vestido y el sustento básico, hablar de espiritualidad y de sencillez, cuando ahora no hay día que no estrene traje de finos casimires y atuendos de marca. Y qué bueno, los mexicanos queremos ver un presidente bien vestido y hasta elegante, pero lo que puede provocar decepción es la incongruencia, la mentira y el engaño.

 

HIJOS DE AMLO MANDAN AL CARAJO LA AUSTERIDAD REPUBLICANA

Otra gran incongruencia, que es pública y enturbia el discurso de austeridad y anticorrupción, del Presidente es la forma de vivir de sus tres hijos mayores.

Del mayor, José Ramón López, se sabe que con su esposa brasileña se da vida de príncipe. Una lujosa vida, con residencia en Houston, Texas, que no tiene recato en mostrar en sus redes sociales.

Recientemente se hicieron virales fotografías publicadas con su pareja disfrutando de unas vacaciones en Aspen, Colorado, un destino de superlujo.

Los hijos del Presidente, José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso López Beltrán se convirtieron públicamente en el ejemplo de la opulencia, el oprobio y los excesos.

Andrés Manuel López Beltrán, el más político de los hermanos, quien podría ser el orgullo del “nepotismo presidencial”, ya cuenta en el gobierno de la 4T con una superestructura de funcionarios jóvenes que reportan primero en su escritorio, y después en el del Ejecutivo federal.

El más pequeño de los López Beltrán, Gonzalo Alfonso, se fue a “trabajar” en la estructura del equipo de Los Gigantes de San Francisco. A mediados de 2019, se hizo pública una fotografía en la que el hijo del Presidente compartía el palco de honor del estadio regiomontano de los Sultanes, con los empresarios Alfonso Romo, Carlos Bremer y Carlos Slim.

 

¿PRIMERO LA FAMILIA O PRIMERO LOS POBRES?

Primero la familia y “primero los pobres”. Qué autoridad moral le dejan sus hijos al Primer Mandatario para insistir con su discurso de austeridad.

“No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, ¿o sí? Para una austeridad genuina, se requiere predicar con el ejemplo. ¿Austeridad Republicana para quién? López Obrador ve en la austeridad una medida propobre y protrabajador: en su lógica, los pobres ya están siendo protegidos por programas sociales y el resto de la población tiene dinero suficiente para salir adelante.

La interpretación del Presidente no sólo es incorrecta, sino que también es perjudicial. El costo para los más pobres será enorme: los programas sociales de AMLO no cubren a todos.

En México hay 22 millones de beneficiarios de estos programas y 52 millones de pobres en “crescendo” cada dia.

AMLO, quien ahora se ostenta como el “mejor presidente del mundo”, debería tomar como ejemplo a otros mandatarios  que, ante la crisis, han tomado medidas en favor de las clases más vulnerables… como lo hace Joe Biden, mandatario de Estados Unidos, quien sin ambages ni desplantes demagógicos, a 100 días de su gobierno dispuso: Ayuda a las familias para pagar el cuidado infantil (que incluye el preescolar gratuito para personas de bajos ingresos), así como proporcionar licencia familiar y médica pagada; un “Plan de Empleo Estadounidense”, en el que no sólo se propone aumentar la producción industrial en Estados Unidos, sino hacerlo de una forma sostenible. Este proyecto pondrá a los ingenieros y empleados de la construcción a trabajar en obras “más eficientes” desde el punto de vista energético.

“No hay razón para que las aspas de las turbinas eólicas no se puedan construir en Pittsburgh en lugar de Pekín”, afirmó Biden.

El programa incluye un aumento del salario mínimo a US$15. Se prevé una enorme inversión en infraestructuras -“crear millones de empleos bien remunerados, trabajos con los que los estadounidenses pueden cuidar a sus familias”-.

De este plan de infraestructura se espera contribuir también a generar más impuestos, busca desde mejorar aeropuertos y carreteras hasta invertir en escuelas, calidad del agua o acceso a Internet.

Biden anunció que elevará la tasa de impuestos corporativos, para obligar a los que ganen más de US$400.000 al año y a las multinacionales a pagar significativamente más en impuestos.

Ahora resulta que el imperialismo “yanqui”, el capitalismo a ultranza, aplica medidas de “izquierda”, de verdad transformadoras, basadas en la tesis Keynesiana de mayor gasto público, con expectativas más efectivas para apoyar a su población más vulnerable.

Y también resulta que los gobiernos “populistas de izquierda” en América Latina, en particular el de la 4T en México, aplican medidas conservadoras en la doctrina económica universal, como la mal llamada Austeridad Republicana, que parecen recetas del FMI y de los otrora llamados “Chicago boys”, con recortes draconianos, reducción del gasto público  y ausencia de un plan de infraestructura nacional… pareciera que la consigna es el incremento de pobres y alejamiento de mejores condiciones de vida en el largo plazo.

 

PODRÍA PERDER CREDIBILIDAD

López Obrador puede perder credibilidad si no empieza por limpiar la casa y nos convence de que la Austeridad no es sinonimo de demagogia, sino toma de decisiones bien planeadas y estructuradas, que ayuden a detonar crecimiento económico, empleo y mejora de las condiciones de vida de millones de mexicanos.

No vaya a ser que nos quedemos esperando alguna “Transformación” y después digamos: “Lo que no fue no será”.

Ante una crisis como la actual, AMLO tiene que dejar a un lado sus ideas preconcebidas y estar abierto a la realidad.

Aunque se presuma como “El mejor presidente del mundo”, puede aprender de otros mortales como Biden, Trudeau, Merkel o Macron. ¡Que alguien le explique..!

 

** Académico y consultor

 

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