Por llegar siempre a ‘La Carreta’, El Buki ‘Falso amor’ me receta

Por andar todas las madrugadas en un rinconcito del bar, de a “solapa y mi alma”, Marco Antonio Solís me bautizó ‘El Solitario’, como si no tuviera ya bastante con ser El Vagabundo

POR GAEL BUENDÍA

El Poeta del Periodismo

 

“Vuelta que nos da la vida… ¿O no es verdad, amigo Gael?”, me dice El Vagabundo, a quien le asiento con un “ajá” sin darle mayor importancia debido a lo atareado que me encontraba por encontrar las fotos del “Bukinham”, hotel de Marco Antonio Solís y que la raza lo ha bautizado de esa manera.

“Valga mi anterior expresión, amigo Gael, porque mire usted”, dijo El Vagabundo al tiempo que me mostraba las fotos impresas en un periódico de lo que tanto estaba buscando, la apertura del “Bukinham”, que fue inaugurada con bombo y platillo la semana pasada.

Mi intuición me dijo que guardara silencio y dejara que El Vagabundo se explayara, pues, sin duda, diría algo interesante, como realmente solía hacerlo.

“Sabe, amigo Gael, que hace años, a decir verdad, la fecha exacta no la recuerdo, pero eran a finales de la década de los 70s, en ese entonces manejaba un taxi que, mención aparte, me dejó muchas satisfacciones, ¡uch! que si le contara! ¡Ah, pero también uno que otro susto! El más terrible fue cuando unos tipos me pidieron un servicio y me fueron a tirar allá en el cerro de Santa Martha Acatitla”.

-Oiga, qué interesante, a ver siga”, le urgí.

“No, amigo Gael, eso es lo de menos, míreme vivito y coleando. No, lo que le quiero contar es una de las varias noches que disfruté y conviví con… el… bueno… no quiero adelantarme y revelar el final de la anécdota.

“Empezaré por decirle que a finales de la década de los 70s, luego de hacer un servicio a una damita a su centro de trabajo, me preguntó: ‘Manito, ¿a qué hora terminas de talonear?’”.

-Alrededor de las 3 o 4 de la madrugada, fue mi repuesta.

“¡Qué bien..! Cómo ves si vienes por mí todos los días a las 4 y te consigo otras clientas”.

Pues no lo hubiera dicho, porque a partir de ahí me convertí en el chofer designado (¿o resignado?) de esas lindas “damitas de compañía” que mal las hicieron en nombrar “ficheras”.

En fin, todas las noches en punto de las 4 de la madrugada las recogía para llevarlas a su hogar, que la verdad yo disfrutaba esos momentos.

Sin embargo, en ocasiones, cuando la chamba escaseaba, llegaba con dos horas de antelación y me sentaba en un rinconcito de aquel cabaret llamada “La Carreta”, ubicada en la carretera federal a Texcoco… para ser más exacto, a las afueras de Los Reyes La Paz, en el Estado de México.

Poco a poco me fui dando a conocer por los meseros que me hacían llegar un vodka con juguito de piña a cuenta de mi pasajera. Y así pasaron las noches en “La Carreta”, disfrutando de la variedad, amenizada por un grupo de jovencitos y uno que otro espontáneo que se aventaba sus ‘palomazos’, como aquel bato que imitaba muy bien a Alberto Vázquez.

En cierta ocasión, y luego de varias noches, me hice notorio y el cantante del grupo dijo: “La siguiente melodía, ‘Falso amor’, va dedicada con mucho gusto a ‘El Solitario’”.

¿Y a quién cree que se refería?.. ¡Pues a mí, a quién más!

Imagino que había notado mi amor platónico hacia mi pasajera, quien se desvivía de alegría al ver llegar a su chofer de planta. Y como dije antes, siempre que llegaba temprano me sentaba en aquel rinconcito del bar de a “solapa y mi alma” (solo).

 

“Le comento de nuevo, amigo Gael, vueltas que da la vida… Aquel cantante que me puso el apodo, ‘El Solitario’, se llama Marco Antonio Solís y eran sus inicios con el conjunto Los Bukis”.

“¿No me cree?, pregúntele a Checo Padilla, porque ni modo que le pregunte al Solís”.

Diciendo esto último se levantó de su asiento y se alejó calles abajo… intuyo que se fue molesto al ver en mi rostro un gesto de incredulidad.

Me puse en contacto con Checo Padilla, quien él también hizo sus excursiones cantando música norteña en dicho centro nocturno y hasta la muerte de Héctor Martínez Serrano fue uno de los elencos artísticos del programa “Buenos Días”. Sus interpretaciones destacan: “La bruja”, “El nopalito”, “Urge”, entre otros éxitos.

Efectivamente, Checo Padilla me confirmó que Marco Antonio Solís se inició en el cabaret La Carreta. Sólo me faltaría hablarle al Buki para confirmar si efectivamente le dedicó “Falso amor” al Vagabundo, pero ‘ta cabrón que me tome la llamada. Es más, no tengo su número telefónico, aunque se lo podría pedir a Silvano, pero no lo quiero molestar. Es más, lo tengo “congelado”…

 

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