AMLO usa el trepidante caso Lozoya con descarado interés político

Después de Peña y de Videgaray ya no hay más arriba, ya quemó su último cartucho… Ahora a hacer malabares para mantener la atención del respetable un año más hasta conseguir rédito electoral en julio de 2021… Se ve difícil, pero con AMLO todo es posible

POR EL SEÑOR LÓPEZ

 

Apocalipsis mexicano.

En cierta ocasión la Jefa de Disciplina del Campo de Adiestramiento en que fue domesticado este menda, furiosa por una mentira (más), en que sorprendió a su texto servidor, después de su tradicional bronca de larga duración, lo mandó encerrar en su cuarto (tres días).

Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, de visita en el tercer día, se sentó al lado del reo en su recámara y negando con la cabeza, dijo: “Nomás no logro que aprendas a mentir… mejor ya di siempre la verdad, te va a ir menos mal”… y sí, los resultados fueron aceptables.

La persona que este tecladista mejor conoce sobre la faz de la Tierra goza merecida fama de ser más discreto que la estatua del Benemérito en la Alameda e incorruptible como anacoreta, cosas las dos que el personaje considera sin mérito ninguno, pues fue educado en la lealtad desde el destete y nació con una indiferencia genética por el dinero.

Trabajó más de 30 años en el gobierno en cuatro de sus presentaciones (federal y estatal, Ejecutivo y Legislativo), y salió con menos numerario que al entrar, pero sin lamentarlo, pues, como él dice, ‘yo duermo conmigo’. Cada quien.

 

DISCRECIÓN A PRUEBA DE FUEGO

Su discreción fue avalada dos veces por el Cisen. Lo consignado en esos expedientes del Cisen le valió para recibir encargos más delicados que ‘El salario del miedo’, en los que cualquier imprudencia podía costar hasta vidas. Nunca tuvo problemas. Nada jamás contó o mencionó, a nadie. Cumplía la misión, informaba y olvidaba: su cerebro parecía triturador de papel.

Varias veces le pusieron ‘cuatros’: siempre los superó aparentando que no se daba cuenta. Un Presidente, informado sobre ese raro bicho y al tanto de las cosas que sabía, ordenó que lo investigara la entonces PGR… y si hacía falta, que se ‘encargaran’; asignaron a un perito psiquiatra que cultivó su amistad y sostuvo con él largas pláticas, su reporte final fue: “Este no tiene ni que mentir, de veras actúa siempre por convicción o es el Diablo”, bueno…

Ese amigo, siendo como era persona del todo segura para el manejo de efectivo, mucho efectivo -sin comprobación-, por ejemplo para el pago de ‘investigadores’ (espías), para sufragar los gastos de ‘operadores políticos’ (mapaches), o recibir y distribuir ‘aportaciones’ a campañas electorales, manejó carretadas de dinero cumpliendo su función sin preguntas ni enredos.

En cierta ocasión me pidió que lo acompañara a una ‘junta’ en un Sanborn’s en la CDMX. Llegué puntual y, para mi sorpresa, él estaba ya en el estacionamiento, me pidió poner en mi cajuela un paquete y las llaves de mi coche, que metió en un sobre.

No pregunté nada. Llegamos al restaurante y le dijo a la cajera que un señor iba a preguntar por Fulano de Tal (un nombre cualquiera), que le entregara el sobre (y él le entregó a la señorita un billete grande). Nos sentamos en una mesa y conversamos un buen rato. Él viendo la caja, yo la pared.

 

‘LA MANO DERECHA NO DEBE SABER LO QUE HACE LA IZQUIERDA’

Finalmente pidió la cuenta y recogió la llave de mi coche al pagar. No me la dio y me dijo que me llevaba a mi casa. Mi coche se quedó; al otro día un chofer me lo entregó a primera hora. No supe quién recogió el paquete. No supe qué tenía el paquete. No pregunté. No me dijo.

Años después salió lo de ese cafecito en Sanborn’s. Sonrió y me dijo: “La mano derecha no debe saber lo que hace la izquierda”.

Todavía, más años adelante, le pregunté si no se arrepentía de nada de lo que había hecho, me miró como Dios a los conejos y dijo con pausa: “Nunca hice nada en contra de mis principios, nunca”. Tan tan.

El festival de chismes en que está el país por lo del tal Lozoya es sorprendente. Si es cierto que recibió y entregó dinero ilegal y para fines delictivos, y si también fuera cierto que quienes lo entregaron y lo recibieron se dejaron filmar, grabar o firmaron recibos, este país peligra: ya ni los malos son buenos (en lo suyo).

Se habla en la prensa nacional que, aparte, había ‘escorts’ (usted entiende) en una casa rumbosa y que en ese sitio se ‘arreglaban’ asuntos. Parece mentira. Si es así, es grave: los malos profesionales no meten así la pata, no tan a lo tarugo.

 

EL FISCAL GENERAL SE BAILÓ EL JARABE TAPATÍO

Lo que sí está muy claro es que el fiscal general se bailó el jarabe tapatío encima del debido proceso y el sigilo de la investigación ministerial.

Mencionar que Emilio ‘L’ (¡oh!… ¿quién será?) señaló a Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray (ellos no merecen ser mencionados Enrique ‘P’ y Luis ‘V’) de ordenarle recibir dinero ilícitamente, dejarse sobornar y sobornar a otros, es algo que cualquier agente del Ministerio Público tomaría con pinzas: es sumamente difícil creer que haya pruebas, pues en esos niveles las cosas no se hacen a tontas y a locas.

Las acusaciones lanzadas por varios testigos protegidos en Brasil tienen el valor del periódico que las publica: no hacen prueba en nuestro país.

Las acusaciones que haga Emilio ‘L’ valen lo que vale la libertad de su mamá, hermana y esposa: cualquiera acusa a cualquiera (Santo Padre incluido) con tal de salvar a las mujeres de su familia.

Pero por encima de lo que judicialmente resulte, sí está claro que el Presidente de la República usa el trepidante caso del cándido Emilio y sus jefes desalmados, con descarado interés político.

Lo que llama la atención es que en agosto de 2020 se ventile esto y se involucre a un ex presidente y su ex secretario de Hacienda; ya no hay más arriba, ya quemó su último cartucho, ahora a hacer malabares para mantener la atención del respetable un año más, hasta conseguir rédito electoral en julio de 2021. Se ve difícil.

 

LA 4T PUEDE QUEDAR COMO EL APOCALIPSIS MEXICANO

Pareciera (ya veremos) que la realidad de hoy obligó al Presidente a echar toda la carne al asador: hoy, 54 mil cadáveres por el Covid-19 y 58,164 por homicidio doloso (casi el doble que el sexenio anterior; más del triple que Calderón), junto con una profunda crisis económica que no merece alguna medida paliativa del gobierno federal.

Para el fin de junio del año que entra, nada ocultará montañas de cadáveres y lagos de llanto. La 4T puede quedar en la memoria nacional como el apocalipsis mexicano.

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