POR SERGIO M. ROMERO
Por fin concluyeron las votaciones electorales de la República, aunque con los dimes y diretes de siempre que no han concluido.
Fueron celebradas en la fecha nominada y transcurrieron copiosamente, como en cualquier momento histórico importante del país, con una enorme participación ciudadana y disfrutando sus habitantes, “tirios y troyanos”, de la paz social y la democracia.
Al término de la sensatez de los números en las votaciones, contabilizados en el Instituto Nacional Electoral (INE), es notorio el resultado de la votación hasta hoy.
Los coincididos criterios avenidos de unos y otros tendrán que esperar unos días entre las declaraciones triunfalistas de los voceros de los dos grandes grupos de partidarios de los participantes, tanto de Morena, del PT y del PVEM, como el de los opositores PAN, PRI y PRD, hasta para conocerse las cifras determinantes de los personajes electos en las gubernaturas, las presidencias municipales, las diputaciones federales y locales de los estados y las alcaldías y diputaciones locales de la Ciudad de México.
Este día, para bien o para mal, habrá de ser recordado como un ejercicio cumbre del relevo parcial en dos de los Poderes de la Unión, así como el de los 11 gobernadores electos por Morena, PT y el Verde, dependientes del gobierno del Presidente de la República, o sean los diputados federales del PRI, PAN y PRD, afines a la oposición al régimen presidencial y de cercanía en la oposición.
Continúa ahora el proceso judicial tal como le corresponda determinar al INE y en su alzada al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) como autoridades, respectivamente, del Poder Judicial de la Federación, el tercer Poder que sanciona sobre todo el resultado legal y definitivo del proceso electoral hasta ahora.
Ciertamente falta por aclararse si hubo o no irregularidades o de las quejas que se presenten antes de dar por concluido el ciclo democrático a la mitad del periodo sexenal del régimen actual, pero que son situaciones habituales que se deben aclarar.
MÉXICO EN PAZ TRAS LA GUERRA ELECTORAL
De lo que ya no hay duda es que el país ha recuperado su tranquilidad luego del conteo de los votos de todo el proceso, sobre el resultado favorable en los estados de la República, en los municipios de los estados y de los diputados de su Cámara legislativa en el Congreso de la Unión, los alcaldes de la Ciudad de México y del Congreso local de esta capital, que colocan juntos al gobierno y a la oposición como el alma de las determinaciones conjuntas que se tengan que llevar a cabo, protegidas en la autonomía por las leyes que custodia la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
En suma, es inevitable la competencia cerrada y esperar que haya todavía mucha retórica entre las alianzas electorales que se dieron.
Pero la distribución de las posiciones de poder están compensadas entre unos y otros. El Presidente de la República tiene más gobernadores formales ya. Tiene, además, asegurada la aprobación del Presupuesto con su mayoría, pero ya no podrá realizar reformas constitucionales sin tomar en cuenta a la diputación contraria.
Además, en la capital del país comparten ambos bandos las alcaldías de mayor impacto económico y social. Algunas de ellas con mayor población que entidades federales.
En síntesis: El panorama político electoral está más parejo entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la alianza legislativa, con acceso a las negociaciones presupuestales que agregarán muchos puntos y comas en las propuestas del Ejecutivo federal.
