POR JOSÉ VIEYRA
Tras el banderazo de salida del Presidente Andrés Manuel López Obrador para los que buscan la ‘grande’, ya unos han alzado la mano y otros todavía la esconden.
Mientras Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, expresaron que están enfocados en su trabajo y que el 2024 está lejos, Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), fue el único que sin tapujos y sin hipocresías expresó que sí buscará la candidatura presencial y que lo hará en su debido momento.
Pues resulta que Ebrard Casaubón ya reculó y dijo a sus más cercanos colaboradores que buscará la Presidencia en 2024.
La reunión derivó en un mitin político. Era una comida a la que estaba invitado un reducido grupo de colaboradores. Muchos fueron con sus cónyuges. La esposa de Marcelo Ebrard, Rosalinda Bueso, acompañó en la mesa principal al precandidato presidencial.
“Piensan que estoy muerto, pero me han matado políticamente muchas veces”, dijo Ebrard a sus allegados mientras degustaban carne asada, cebollitas, frijoles charros, cerveza y vino tinto.
Lo escuchaban colaboradores añejos como la diplomática Carmen Moreno Toscano y Óscar Argüelles; o jóvenes como Daniel Sibaja, síndico reelecto de Ecatepec y allegado a su vez del presidente nacional de Morena, Mario Delgado. También Carlos Candelaria, director de Oficinas de Pasaportes de la Cancillería; Daniel Millán, su jefe de asesores; Nunila Pedraza, activista política en Ocoyoacac; Luis Walton, ex dirigente de Movimiento Ciudadano en Guerrero e Ismael Burgueño, delegado de Morena Baja California.
Ebrard dio la bienvenida a la comida, donde explicó que era necesario convivir y conversar luego de lo que consideró una andanada en su contra por la tragedia del Metro.
En su mensaje, acusó de fuego amigo, reprochó que un grupo al interior de Morena haya emprendido una campaña para matarlo “políticamente”, pero manifestó sentirse tranquilo con el avance de las investigaciones de la Línea 12 del Metro.
Ataviado con un suéter oscuro, relajado, Ebrard había pedido dejar fuera los teléfonos celulares, pero no todos obedecieron, pues varios asistentes los usaron para tomarse selfies con el precandidato.
“No nos vamos a rajar; nunca nos hemos rajado”, finalizó Ebrard.
El mensaje del canciller fue claro… no podía quedarse atrás, no quiere que le lleven ventaja Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal.
Cabe señalar que la mandataria capitalina todavía no alza la mano, aunque la cargada en sus eventos públicos que le gritan “¡presidenta, presidenta!” es más que evidente que está muy apuntada.