La conspiración para eliminar a Colosio

Luis Donaldo Colosio Riojas, candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Monterrey, Nuevo león, perdonó a los asesinos de su padre, a 27 años del magnicidio

POR MARKOFLOS

 

“Mi venganza será mi perdón”, dijo Luis Donaldo Colosio Riojas, apenas el mes pasado, al iniciar su campaña como candidato a la alcaldía de Monterrey, en el estado de Nuevo León, por el partido Movimiento Ciudadano.

Agregó: “Perdono a los cobardes que me arrebataron a mi padre”, precisamente en el lugar donde fue asesinado el ex candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994, en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, Baja California.

El 23 de marzo de 2021 se cumplen 27 años del magnicidio que cimbró todo el sistema político mexicano.

El asesinato convirtió a Colosio en un “mito”, llegaron a considerarlo un opositor a las políticas tradicionales del partido hegemónico mexicano.

Su carisma se combinaba con su discurso de “limpiar” a México de los males que le aquejaban.

A pesar del juicio al asesino material, este caso permanece en el imaginario colectivo como parte de una “conspiración” del Estado Mexicano para detener las intenciones “transformadoras” de Colosio Murrieta.

Muchos meses-años duró la investigación para llegar a la conclusión de que se trató de un “asesino solitario”.

Hay cientos de artículos, escritos, películas, reportajes y no hay una conclusión que convenza y suene lógica.

 

CONTEXTO POLÍTICO DEL CÉLEBRE MAGNICIDIO

Al respecto voy a narrar algunas anécdotas y hechos que me tocó atestiguar, ligadas a ciertas publicaciones… y sobre todo al contexto político que se dio alrededor del célebre magnicidio, ocurrido en México.

Lo que trataré de esbozar es en qué consistió la “conspiración” y quién o por qué estaría interesado en eliminar al candidato del PRI a la Presidencia de la República.

La hipótesis que más difusión tuvo a lo largo de los años posteriores al asesinato, y que hasta la fecha subsiste, es la de que el autor intelectual debería haber sido el presidente Carlos Salinas de Gortari -“porque el candidato se le había salido del huacal”-. Prueba de ello -se decía- fue el famoso discurso que pronunció en el evento de relanzamiento de su campaña que se realizó en el Monumento a la Revolución el 6 de marzo de 1994.

En esa ocasión, Luis Donaldo Colosio dijo que veía un “México con hambre y sed de justicia”.

Su discurso mostró una posición política que sonaba radical, democrática e “independiente”.

Después de su asesinato, muchos analistas aseguraban que fue ese discurso el que habría provocado el enojo del presidente Salinas de Gortari y, por consecuencia, su decisión de sacarlo de la contienda, a la que él mismo lo había llevado remando incluso “en contra de él mismo”.

Otra hipótesis que se ha manejado públicamente es que Colosio se negó a negociar con narcotraficantes -algunos vinculados con el hermano del mandatario Salinas- y que fueron ellos quienes lo mandaron a asesinar.

Esta dos hipótesis me parecen simplistas y podrían carecer de toda lógica y sustento, y expongo mis razones.

Primero, Carlos Salinas había fabricado, cuidado y avalado, casi como un hijo predilecto, al candidato Colosio Murrieta, aún contra el enojo de otros posibles, que se sentían con más méritos para llegar a la Presidencia de la República.

Segundo, al ex mandatario Carlos Salinas siempre se le reconoció la suficiente inteligencia y habilidad política para no dispararse en el pie, no haría una acción burda y evidente.

Si a alguien perjudicó ese crimen fue al propio presidente Salinas de Gortari.

De igual manera resulta simplista culpar al ‘hermano incómodo’, Raúl Salinas, quien tampoco tendría algún beneficio directo, ya que no tenía idea de las consecuencias políticas… y más aún, no estaba en su alcance intervenir en una “nueva sucesión”.

Luis Donaldo Colosio fue ungido como candidato en noviembre de 1993. Sin embargo, su campaña no logró prender… hasta marzo de 1994, debido a la indisciplina y no aceptación de su candidatura por parte de personajes y grupos priístas. Fue el caso de Manuel Camacho Solís y la “nomenklatura” priísta.

El contexto político se oscureció en enero de 1994 con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas. Como se recuerda, Manuel Camacho Solís, al saberse el gran perdedor, aprovechó estos hechos para mostrarse como el “salvador” del caos nacional, quizá con la esperanza de ser el candidato “sustituto”. Pidió ser el negociador entre el EZLN y el gobierno.

Cabe señalar que los meses de enero y febrero de 1994 fueron un mar de rumores y versiones encontradas con apuestas a que se cambiaría al candidato priísta porque su campaña no “arrancaba”.

El ‘caldo de cultivo’ estaba dado para el eventual reemplazo del candidato Luis Donaldo Colosio. Se hablaba de que grupos priístas impulsarían un cambio constitucional para que algún miembro del gabinete, como Manuel Camacho, Emilio Gamboa, Pedro Aspe y aún el presidente del PRI, Ortiz Arana, pudieran sustituir al candidato Colosio.

En 1993 el presidente Salinas debía preparar el escenario para ungir a su candidato, lo cual se hizo público el 28 de noviembre de 1993, día del “destape” de Luis Donaldo Colosio.

El anuncio se dio en medio de la sorpresa e incluso del enojo de otros precandidatos, señalada y públicamente, como el del propio Manuel Camacho Solís.

Sin embargo, desde el arranque del sexenio había otros miembros del gabinete que se sentían con mayores méritos para llegar a la primera magistratura del país.

Fue el caso del secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, a quien muchos veían -y él se veía a sí mismo- como el “seguro” sucesor. Se decía desde enero de 1989 que era el “precandidato” más fuerte y más claro a la Presidencia de la República, ya que le debía Salinas la operación “Quina”, entre otras, además de ser uno de los políticos más experimentados, con una impresionante trayectoria política que incluía haber sido gobernador, senador y miembro del gabinete, jefe de la Policía Federal de Seguridad, que era la policía política del gobierno durante más de dos sexenios.

Baste decir que él operó la salida de Fidel Castro de México a Cuba y que, durante en la época de los 60s y 70s, incluido el “68”, tenía bajo su control a los principales líderes políticos y estudiantiles.

Pero el año que se vendría el destape, al inicio de 1993, el presidente Salinas lo obligó a presentar su “renuncia”; se dijo que en gran parte se debió a la “cargada” que se estaba dando en todo el ámbito político nacional en su favor.

 

VIVENCIAS EN TORNO AL CASO COLOSIO

En este espacio, haré referencia a información pública y a anécdotas personales vividas alrededor del caso, sin pretender presentar argumentos con valor jurídico.

A Luis Donaldo Colosio lo asesinaron el miércoles 23 de marzo de 1994. El viernes 25 de marzo, por la tarde, yo me encontraba acompañado de un cercano amigo, sobrino del ex secretario de la Defensa Nacional, Juan Arévalo Gardoqui.

En esa plática me dijo que al día siguiente tenía que ir a una comida al rancho que su tío tenía en Tequisquiapan, Querétaro.

La invitación se la había hecho el general un día antes, el jueves 24 de marzo, y -esta es la anécdota interesante- cuando se encontraba con el general Arévalo, se dio un hecho poco conocido.

Mi amigo fue testigo que “Su tío, el general Juan Arévalo, recibió una llamada, de su amigo Fernando Gutiérrez Barrios para pedir el apoyo del general para convertirse en el candidato sustituto”.

Esta llamada para el sobrino del general -mi amigo- no tuvo la mayor importancia y me la comentó de manera casual. Sin embargo, a mí me llamó la atención de manera singular, ya que el nombre del ex secretario de Gobernación estaba muy fresco en mi memoria, pues tan sólo unos días antes había leído una extensa entrevista publicada en la revista Siempre!

En ella se destacaba la gran experiencia y “brillante” trayectoria política del ex secretario de Gobernación, así como su abierta declaración de estar listo para ser Presidente de México, siempre y cuando “se diera el caso”.

 

OTRA ANÉCDOTA DE DON FERNANDO GUTIÉRREZ

Otro suceso que tiene que ver con el “avance” de la precandidatura a la Presidencia de don Fernando es la siguiente.

Yo era amigo de un prestigiado editorialista de Excélsior, don Rafael Pérez Ayala. El secretario y yo fuimos testigos de la boda de un hijo de don Rafael, evento que se llevó a cabo en el restaurante Hacienda San Angel Inn; ahí tuve oportunidad de saludar al entonces secretario de Gobernación. Sin duda, un político de gran personalidad, trato amable y refinado.

Mi amigo don Rafael no se cansó de decirme, durante los primeros tres años de gobierno de Salinas, que “no tenía la menor duda de que don Fernando sería el siguiente presidente de la Republica”.

Por otro lado, posteriormente coincidí con algunos ex colaboradores “muy” cercanos a Gutiérrez Barrios que estaban participando en la campaña de Colosio en posiciones “clave”, en el equipo de “logística” de la campaña presidencial.

 

ABURTO, EL ASESINO MATERIAL

Como resultado de la investigación jurídica del crimen, se comprobó que Mario Aburto fue el asesino material, no el único, pero sí el único a quién se probó su participación, ya que confesó, e incluso recreó, los hechos públicamente.

El entonces fiscal Miguel Montes, durante la investigación había concluido que se había tratado de una “acción concertada” -después se desmintió- en la que “habían” tenido participación directa varios miembros del grupo TUCAN, grupo policiaco que estaba integrado por viejos policías de la Dirección Federal de Seguridad.

A las “teorías de la conspiración” que circulan, no pretendemos sumar una más, simplemente dar a conocer anécdotas que en otro momento hubiera sido comprometedor, incluso ni siquiera mencionarlas.

Se busca sólo aportar información, no conocida, a un hecho que cambió el rumbo político del país.

Lo que es cierto es que la “verdad histórica” (jurídica) no resulta creíble. Cada quien seguirá creyendo la “teoría” que más le convenza.

 

¿HUBIERA CAMBIADO EL PAÍS CON COLOSIO COMO PRESIDENTE?

¿Qué tanto hubiera cambiado el país con Colosio como Presidente? ¿Habría tenido el liderazgo, voluntad y capacidad para transformar a México y saciar la sed de justicia, así como disminuir la pobreza y desigualdad? Eso es difícil saberlo, como difícil será saber quién ordenó su asesinato.

Ahora sólo nos queda decir “Lo que no fue no será”. Es probable -por la información a que puede tener acceso- que el presidente Carlos Salinas supiera quién habría sido el responsable (o presunto) de ese crimen.

Quizá habría concluido que se trató de un crimen eminentemente político y que quien lo hizo debería buscar un alto beneficio directo e inmediato. Alguien que le tuviera el suficiente rencor para buscar una revancha y ponerlo políticamente contra la pared.

Habría que haber interpretado lo que quiso decir, cuando se refirió a la “Nomenklatura” como un grupo que controlaba el PRI-Sistema, integrada por poderosos personajes, presentes durante sexenios en los cargos más relevantes de la política nacional y a quienes él también quiso tener cerca.

Es probable que hubiere lastimado a uno de ellos y no se imaginó cómo habría de pagar su osadía.

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