¿Transformación o simulación? ¿Un gobierno de eminencias o una administración de ocurrencias?

El pueblo puede tener una falsa percepción y corre el riesgo de confundir al jefe de Estado que sabe hacia dónde llevará a su país, con el populista-demagogo, cuyo discurso de cartón se desplomará más temprano que tarde ante los resultados y las cuentas que entregará al final de su gestión

POR FRAY LALITO

 

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha manifestado de manera reiterada que su gobierno debe ser visto como una auténtica “Transformación” -la Cuarta- que, en sus palabras, es un cuarto movimiento o “revolución” nacional, al cual le antecedieron: la Independencia nacional de 1810; el movimiento de Reforma, que encabezó Benito Juárez a fínales del siglo XIX, y la Revolución Mexicana de 1910, con la diferencia fundamental, subraya López Obrador, que esas revoluciones fueron armadas y que la Cuarta Transformación es “un movimiento pacífico”.

Si nos atenemos al significado más simple y directo de la palabra Transformación, ésta se define como una “acción o proceso mediante el cual algo se modifica, altera o cambia de forma manteniendo su identidad”.

El Presidente lo plantea como una “revolución social”, que implicaría equipararlo con “cambio social”, que a su vez significa una alteración apreciable de las estructuras sociales, las consecuencias y manifestaciones de esas estructuras ligadas a las normas, los valores y a los productos del mercado.

 

VARIAS INTERROGANTES SIN RESPUESTA

Cabe preguntarnos, a unos meses de la mitad del periodo constitucional del gobierno de la 4T, si  existe esa “alteración” de las estructuras sociales… y si es así, en qué sentido.

El cambio social se manifiesta de diferentes maneras, en distintos aspectos de la vida económica y social, y es deseable que sea para mejorar los niveles de vida.

Vale revisar si ha habido algún cambio en la política económica respecto de las reglas del mundo neoliberal, cuya expresión más acabada es el T-MEC, el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos.

Presumir el T-MEC por un lado y dinamitarlo por otro lado con la “Contrarreforma energética”, ¿nos da alguna claridad en el rumbo económico que se quiere para el país? ¿Hay algún indicador o información, alguna expresión visible, o perceptible, de que somos un país más productivo, con mejores niveles de seguridad, educación, salud (al margen de la consabida “pandemia”)? ¿Somos ahora un país más unido? ¿Tenemos como país una concepción más clara de nuestro devenir histórico y lo que esperamos y queremos para el futuro de nuestros hijos? ¿Acaso estamos frente a modificaciones y cambios institucionales con mejores expectativas para todos los mexicanos?

Los estudios del cambio social han buscado discernir lo que cambia y lo que no, la determinación de los factores intervinientes en el proceso, la identificación del conjunto de los actores sociales involucrados en el proceso de cambio y un largo etcétera de aspectos vitales para la comprensión y transformación de los procesos sociales.

El estudio del cambio social suele considerarse una rama de la sociología, pero también atañe a las ciencias políticas, económicas, a la antropología y a muchas otras ciencias sociales, y se puede valer de las ciencias físico-matemáticas y médico-biológicas.

El cambio social remite a los pilares mismos de las instituciones sociales, por lo tanto frecuentemente es también un cambio de tipo económico, político o cultural.

Hasta ahora estos tres aspectos del cambio social en la Cuarta Transformación, lejos de modificarse para el progreso, parecen más deteriorados que nunca.

En lo económico, un juego absurdo en el que el Presidente un día reconoce el importante papel de los empresarios y de la inversión privada… y al otro día los vilipendia y ahuyenta tales inversiones.

En lo político, con lo que tanto se criticó del PRI, hoy en día todo indica el regreso al régimen de “partido único” con la “línea” del poder personal y absoluto del Poder Ejecutivo, aún sobre el Legislativo, al más puro estilo de la “dictadura perfecta”, pero con muchas imperfecciones.

En lo educativo, cultural y científico, una contrarreforma y la cancelación de apoyos económicos a investigadores, artistas y científicos.

En materia de salud, mejor ni hablar, pero el Presidente López Obrador quiere ser recordado como el “Presidente de la Salud”… y sí, seguramente será muy recordado por las personas que han perdido un ser querido por el Covid-19… y hasta se acordarán de su “familia” las miles de familias que padecieron la enfermedad y tuvieron pérdidas de vidas humanas a causa del pésimo manejo de la misma, de cuya responsabilidad se deslinda y la endosa a los “especialistas”.

 

TEORÍA EXPLICATIVA DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES

El filósofo francés Augusto Comte, considerado el creador del positivismo y la sociología, desarrolló, desde el siglo XIV, una teoría explicativa de las transformaciones sociales y dividió teóricamente el cambio en dos partes: dinámica social y estática social.

Los estudios que consolidaron el concepto fueron en su mayoría de los evolucionistas. Los marxistas, por su parte, consideraban que el cambio social no se da de forma evolutiva, sino a través de procesos históricos, sucedidos de forma dialéctica, y por ello a través de las contradicciones. Ya se vio desde los ochentas en que culminó su teoría, después de siete décadas de quererla llevar a la práctica.

 

AMLO, EL EXPERTO DE LA PERCEPCIÓN PARA MILLONES DE MEXICANOS

Quizá un acierto que ha tenido el Presidente Andrés Manuel, en su afán de pregonar la búsqueda de una verdadera “Transformación”, es su habilidad para dominar un concepto esencial en la teoría del “Cambio social” que es la “comunicación”, pues la comunicación es esencial para sanar las heridas individuales y colectivas, y puede ofrecer la percepción de que en lo colectivo vamos hacia un cambio que permita el reconocimiento de cada cual como individuo, comunidad o cultura a través de la participación socio-política para enriquecer su memoria e intervenir en su vivir.

Sus Mañaneras han resultado una estrategia de comunicación efectiva para la “percepción” de millones de mexicanos que a diario escuchan “de rebote”, en las notas de prensa de todo el día, que su Presidente trabaja mucho, está en todos los temas… y sobre todo contra el peor de nuestros males, “La corrupción”, un tema del que a diario habla, pero hasta el momento no se ha tenido un solo caso contra algún “pez gordo” del “neoliberalismo” que esté debidamente fundado, motivado y para llevar a la cárcel a los responsables, al tiempo que aporte institucional, legal y estructuralmente en el combate a la corrupción.

Por ello, en el manejo de la “comunicación”, el pueblo puede tener una falsa percepción y corre el riesgo de confundir al jefe de Estado que sabe hacia dónde llevará a su país, con el populista-demagogo, cuyo discurso de cartón se desplomará más temprano que tarde ante los resultados y las cuentas que entregará al final de su gestión.

 

CASI A MITAD DE GOBIERNO, ES MOMENTO PARA HACER UN ANÁLISIS

A unos meses de la mitad del gobierno de la Cuarta Transformación, vale la pena que millones de mexicanos nos preguntemos si estamos inmersos en una auténtica Transformación o es que estamos siendo partícipes de una gran “Simulación”.

La simulación es un acto que consiste en imitar o fingir que se está realizando una acción cuando en realidad no se está llevando a cabo nada. Una persona o animal simula para cumplir con un objetivo determinado, puede ser para obtener algún provecho, territorio, comida, sexo o poder.

Si bien es cierto que los seres humanos  razonan y tienen más motivos para fingir o simular, los animales de diversas especies llevan en su instinto una capacidad que les permite simular que son parte de un entorno (esconderse) o hacerse los muertos para preservar sus vidas. Su origen etimológico nos confirma que lo que queremos es parecer otra cosa que no somos al simular. Proviene del latín “Similis” que quiere decir “parecido”.

Por ello hemos referido que en el concepto de la “comunicación” como elemento esencial del “cambio social” puede haber confusión.

Deberemos saber si estamos frente a un verdadero líder y jefe de Estado, capaz de realizar las más grandes hazañas -sobre todo en tiempos de adversidad- para llevar a buen puerto a su pueblo… O estamos ante alguien que quiere simular o parecer un buen líder, pero en realidad se trata de un demagogo populista, que en su afán de conservar el poder es capaz de las peores mentiras y perversidades para dividir a su pueblo, sembrar la discordia y llevar a su país al retraso, a mayor pobreza e inseguridad.

 

MUCHA ESPERANZA Y NADA DE CERTEZA
Al deterioro de su nivel de vida, con más bajos niveles de vida en lo económico, educativo, salud, científico-tecnológico, social y cultural, todavía tenemos todavía la esperanza –que no la certeza- que, en el caso del México actual, estamos ante una verdadera Cuarta Transformación y no una “enésima simulación”.

Repito, tengo la esperanza… en Morena, ¿o será que finalmente su slogan dice toda la verdad? Morena, la esperanza de México… y así quedará, porque nunca será una realidad la 4T.

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