POR GAEL BUENDÍA
El Poeta del Periodismo
Va de cuento: recuerden que lo que se narra a continuación sucede en un país bananero, nada que ver con un país en especial.
El jolgorio que se traían los ahí reunidos en la sala del Palacio Real se lograban oír hasta la misma catedral del reinado.
Entre las carcajadas destacaba la de El Cerote, que a duras penas podía contener la risa cavernosa con el riesgo de provocarle un infarto fulminante.
A medida que las imágenes aparecían en la enorme pantalla mostrando a individuos embolsando y contando un ‘chingamadral’ de billetes, las risotadas y algarabía del séquito de El Cerote taladraban los oídos de las ratas, aunque se dice y se pregone que en ese palacio ya no existen,
“Ahora sí se chingaron los del ‘Bolillo’ con este putazo, ni Dios padre los levanta”…
“Mide tu léxico terroncito”, dijo la Primera Reina. “Recuerda que las paredes oyen y no vaya a ser que lleguen a oídos de tus súbditos”.
“No te preocupéis, mi muñequita de celuloide. Mi pueblo noble y sabio a estas horas los tengo dormidos… perdón, ya estarán dormidos”.
“De cualquier manera, ya te dije que no me gusta oír vulgaridades”.
Por toda repuesta el Monarca se dirigió al Fiscal General del Reinado, Alexander Wertz Carnero.
“Supongo mi querido Alex que mañana dará usted a conocer a la opinión pública el expediente completito sin faltar una cuartilla de las declaraciones de nuestro soplón Eutilio Locoya, ¿verdad?”.
“Como usted diga, Majestad”.
“No sólo le digo, se lo ordeno”.
“Perdón, eso quise decir mi querido y nunca bien ponderado Majestad”.
“Déjese de zalamerías y a trabajar… y tú mi Reyna, ve a la cocina y prepárate unos tamalitos de chipilín pa’ festejar”.
“¡Óyeme, si no soy tu chacha! Y además, ya te dije que me digas Primera Reyna. Soy la única y punto”. Diciendo y haciendo salió del recinto la susodicha dando un portazo.
En los labios del Monarca se dibujó una grotesca al tiempo que levantaba el dedo medio a manera de despedida de su consorte y continuó con el festejo.
“Confío que con este chingadazo que acabamos de dar, nos dé la posibilidad de reelegirnos y por ende continuar con la 4T… ¿o no es así, camaradas?”.
Y nuevamente El Cerote dejó escapar una cascada risotada (“Juar juar juar”).
Al término dijo: “Ya imagino la cara de Teña Prieto y su maestro, Sacalinas de Tortari, cómo les está lloviendo. Por cierto, hay que sacar a relucir las transas de su hermano incómodo”.
Y continuó con su perorata: “Y no se diga al Hijo Desobediente – intuimos que se refería a Jelipe Palderon- y su partidito de mierda que pretende ser nuestra oposición en el 21”.
“¿Dónde está mi Gatoll?”, preguntó el Monarca. “Díganle que se vaya por unas garnachitas al mercado Hidalgo, ya hace hambrita ¿no?”.
El susodicho, quien en todo momento estuvo a sus espaldas, se le puso al frente y le estiró la mano.
“¡Utaaaah, a poco no deja los moches de los insumos! Acuérdate que sólo traigo en mi cartera un billete de 200. Toma a ver si te alcanza y si no pasa la bandeja… Pero pícale que ya me anda”.
“Mañana en el mañanero quiero que me pongan a un palero para que me cuestione sobre lo que voy a informar”.
“¿Y cuál va a ser el tema?”, preguntó el vocero del reinado.
“¡Ah, eso sí no sé! Acuérdense que yo no voy preparado. Yo me paro ahí a decir puras babo… digo sande… bueno, lo que sea”.
El Cerote iba a continuar, pero la tempestiva entrada de un ujier los interrumpió.
“Majestad, Majestad, dice su ñora que prenda la tele y le ponga en el canal de Lolet de Bola”.
“A ver, el control”, comentó El Cerote y al unísono todo el gabinete corrió a alcanzarlo para dárselo al Monarca.
Huelga decir que las imágenes hablaban por sí solas… En ellas se veía al hermano del Cerote recibiendo cierta cantidad de dinero con las instrucciones de que lo destinara para la campaña del 21.
Mientras las imágenes pasaban, el conductor narraba: “Qué bueno que nuestro Monarca esté sacando a relucir la corrupción del pasado… pero también sería bueno que se ocupara de la corrupción que está sucediendo actualmente en su gobierno, por ejemplo; las casitas de Eléndira, las corruptelas del hijo de Babatel, el empujoncito que le dio Eutilio Locoya al hijo del gober Baboza, etc, etc, etc…”
“Majestad y finas personas que nos acompañan, llegaron las garnachas tara ra, ra”, expresó al entrar Gatoll triunfante con dos envoltorios en sendas manos impregnando el salón de Palacio a pura cebolla.
Por toda repuesta El Cerote se levantó de su silla y se dirigió al cuarto de la derecha tocándose el bajo vientre….
