POR GAEL BUENDÍA
El Poeta del Periodismo
Para mi amigo Guillermo, quien ya está en el Cielo jugando los partidos de futbol a los 20 y buena.
Desde algún rinconcito de SJA a 25 de marzo de 2021.
Nunca fuimos amigos, de esos que más que amigos se dicen hermanos. De esos que todo lo comparten, pero sobre todo de los que se la rifan en el pleito por su “compa del alma”.
¡No, no fuimos amigos! ¡Ah, pero eso sí! Yo lo consideraba mi acérrimo rival y, modestia aparte, también lo fui para él. Y créanme, esa rivalidad, llena de pasión e injundia, la dejábamos regada en el campo de batalla.
¡Qué tardes aquellas! Cuando los chavos de la cuadra nos unían un balón y nos diferenciaba el gol que nos daba la victoria. ¿Y luego? ¡Vámonos pa’l cantón! A tomar la merienda, darnos un duchazo y a soñar con la victoria… o a sufrir la pesadilla de la dolorosa derrota.
Y así todas las tardes nos reuníamos a jugar el partidito de futbol que como regla era… a los 20 y su buena… regla que por lo regular rompía el equipo perdedor y, ni modo, tenía uno que apechugar so pena de perder por default.
Muchas de las veces teníamos que valernos de la luz de la Luna para ver si la pelota cruzaba la línea de la portería, la cual hacíamos de un montón de tabiques y… “¡No, no fue gol, pasó por encima de las piedras!”, solíamos decir cuando el balón no entraba claramente para considerarse gol.
Así fue nuestra adolescencia, él liderando a “El Jícamas”, a “El Velas”, a “El Burra”, entre otros que escapan a mi memoria, mientras que por mi equipo lo comandaba “El Tripas”, “El Caballo”, “Panchito El Che”, que luego me hizo compadre.
En fin, toda una estela de cracks que ya lo hubiera querido la Selección de Alemania.
CON EL TIEMPO TODO CAMBIÓ
Los años se nos vino encima, cada uno tomó mujer y me imagino que, a cada uno de los que nombré, la dueña de sus quincenas les dijo “¡Que vas a qué..! ¡No, chiquitito! ¡Qué futbol ni que ocho cuartos! Órale, cómo vas… a lavar los pañales”.
Por mi parte me desterré del pueblo que me vio nacer y rara vez pisé sus calles… y quién iba a decir que varias décadas después, pernoctando en una casa que está a pocos pasos del panteón, me voy enterando que “El Koctera” pasó a mejor vida, quien en vida su nombre fue Guillermo, una víctima -de los cientos de miles que hay en el país- del Covid-19.
Ese mortal virus ya todo el mundo lo sueña, que se propagó en gran parte por las pendejad… de nuestras autoridades.
Se sabe que tarde o temprano todos tenemos que morir, pero no que nos adelantemos con la ayuda de las máximas autoridades.
Me entero ahora de que en todo este tiempo siempre estuve en el pensamiento de “El Koctera”, desgraciadamente nunca me pasaron sus saludos y, créanme, me hubiera gustado retarlo a echarnos una cascarita de 20 goles con su buena.
Con nostalgia, cariño, respeto y admiración, sólo me queda decirle de todo corazón “Descansa en paz, Guillermo”.
