POR GAEL BUENDÍA
El Poeta del Periodismo
Desde un rinconcito del Palacio Real a 26 de abril de 2021.
El silencio sepulcral del salón de conferencias fue roto por la cascada voz de su anfitrión…
“Que quede muy claro, no nos vamos a intimidar ni se saldrá con la suya la mafia del poder”, dijo el Cerote desde el atril en el salón Mañanero y continuó: “Ah, y estoy completamente de acuerdo con el compañero Perrix Salgordo Maspedonio en el sentido de que nuestros seguidores quemen sus credenciales del INTE en protesta por haberle retirado su derecho a ser votado”.
“Así que”… continuó el Cerote… “convoco para que el día de mañana mi pueblo noble y bueno se deje venir para acá, a su pobre Palacio y juntos en la explanada le demos fuego a las credenciales. Sin embargo, le damos sólo 24 horas de plazo al INTE para que rectifique y le devuelva el derecho a nuestro compañero Maspedonio”.
Dicho lo anterior se dirigió hacia la salida, no sin antes ordenarle a sus dos colaboradores, “el carnal Marchelo” y el doctor “López-Gatoll”, lo siguieran a la sala de juntas de Palacio.
“Jua, juar juar cofk cofk cofk”, un ataque de risa seguida de crónica tos atacó al Cerote, al punto de ponerlo morado y de no ser por la oportuna intervención del carnal Marchelo, que le dio unas palmaditas en la espalda, volvió a la vida.
Aunque a decir verdad, López-Gatoll ya estaba ensalivándose los labios, clara muestra que se preparaba para darle respiración de boca a boca al inquilino de Palacio.
“A ver Marchelo”, inquirió el Cerote, ya repuesto de su crónica tos, “qué tanta faramalla me hacías cuando estaba apoyando al compañero Maspedonio”.
Aclarándose la garganta y tragando saliva a la vez, el Carnal Marchelo dijo: “Ejem, ejem, Majestad, creo que fue un error de Maspedonio el de convocar al pueblo noble y bueno que quemen sus credenciales”.
“¿Por qué dices eso, Marchelo?, si por primera vez en su vida de briaga-dales a Maspedonio se le ha ocurrido una brillantísima idea”.
“Con su permiso, y sin ánimo de ofender, pero la recomendación que hizo el compañero Maspedonio es una sus más locas estupideces que ha dicho, ya que de quemarse las credenciales saldríamos perjudicados con dicha medida, ya que necesitamos los votos de nuestros chairos para conservar la mayoría en la Cámara”.
El Cerote hizo un rictus de dolor, afortunadamente fue pasajero y de eso modo pudo continuar.
“Bueno, bueno, no todo está perdido, afortunadamente tenemos en nuestras filas al maestro del fraude… perdón… digo al conocedor y experto en las caídas de los sistemas”.
“¡Perdónnnn?… Majestad, me cuentan que el susodicho ya se queda dormido en donde caiga… ¿Usted cree que nos va a resolver lo de las próximas elecciones? Y de no contar con la mayoría en la Cámara Baja, de plano sus planes para la 4T se vendrán abajo. Sobre todo, el presupuesto”.
El Cerote bajó su mirada hacia el bonche de papeles que yacían en la mesa de trabajo e hizo una pausa que desesperó a sus interlocutores, fue López-Gatoll quien carraspeó: “Ejem, ejem, ¿se siente bien, Majestad?”.
“Sí, sí, sólo que estaba coordinando mis ideas para decirles lo siguiente. Miren, en caso de que eso suceda, de perder la mayoría en el Congreso, y me quieran hacer de tos el presupuesto, de una vez lo advierto: ¡lo puedo vetar!.. ¡Me canso ganso! ¡A mí me la pelan!
“Pero, tranquilos, tranquilos, que eso no sucederá, la gente me apoya, por lo que hay que echar andar la maquinaria para que voten todos los que se infectaron de Covit… ¿o qué, no se les tomó sus datos como les dije?”.
Aflora un sepulcral silencio de los dos colaboradores, por lo que el Cerote toma su manojo de documentos y se dirigió al cuarto del fondo a la derecha.